Versión adaptada
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
Sin publicidad, sé una buena persona: he aquí el secreto.
Las canas son sabiduría que se desborda.
Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.