#poesía
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
Mientras tanto, la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible