Mi abuela solía decir: “Gato escaldado del agua fría escapa”. A mí me gusta añadir: “Humano escaldado
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.